Entre la Justicia y la Vulnerabilidad: Análisis del Caso de Yakiri Rubio en Legítima Defensa

El derecho a la autodefensa es considerado como fundamental en teoría, pero la triste realidad es que en muchos casos se convierte en un privilegio reservado para unos pocos. El caso de Yakiri Rubio ejemplifica esta realidad cruda, donde queda claro que para una mujer de bajos recursos, exigir justicia y que esta sea realmente aplicada se convierte en una tarea extremadamente difícil, lo cual nos llena de indignación.

Este caso pone de manifiesto las desigualdades y los obstáculos que enfrentan las personas marginadas cuando intentan acceder a la justicia. La discriminación socioeconómica y de género juega un papel importante en la forma en que se percibe y se trata a las víctimas, lo que a menudo resulta en una negación o minimización de sus derechos. Es fundamental que se aborde esta disparidad y que se trabaje hacia un sistema legal más equitativo y accesible para todos, independientemente de su situación económica o género.

Yakiri Rubio, una joven de 19 años, se encontró en una situación desgarradora cuando decidió acompañar a su pareja y su hija a denunciar el abuso sexual sufrido por esta última. En el transcurso, fue abordada y amenazada por dos individuos en motocicleta, quienes la llevaron a un hotel donde la violaron. La situación se tornó aún más escalofriante cuando se reveló que estos hombres parecían tener una relación conocida con el propietario del establecimiento.

Después de ser víctima de violación, Yakiri se vio obligada a defenderse cuando uno de los agresores la dejó momentáneamente. En un acto de legítima defensa, se vio obligada a enfrentar a su atacante y, en el calor del momento, terminó quitándole la vida. Sin embargo, las autoridades la juzgaron duramente, considerando su reacción como un exceso de defensa, especialmente porque el hombre estaba inconsciente cuando lo apuñaló.

Esta trágica historia pone de relieve la complejidad de la situación de Yakiri, quien, en un intento desesperado por protegerse a sí misma, se encontró en el ojo del huracán legal. La falta de comprensión y empatía por parte de las autoridades hacia su situación, así como la aplicación rigurosa de la ley, muestran las deficiencias en el sistema judicial que a menudo deja desamparadas a las víctimas de abuso y violencia

Al presentarse ante el Ministerio Público para denunciar los hechos, Yakiri Rubio fue privada de su libertad y sometida a un escrutinio injusto que la señaló como responsable de la muerte del hombre, alegando que él era su pareja, a pesar de que Yakiri es una mujer lesbiana. Este caso ilustra las dificultades que enfrentan las personas marginadas al buscar justicia, y la abogada Suárez ha sido franca acerca de los obstáculos que han enfrentado en su lucha por exigir justicia, destacando especialmente la corrupción entre los defensores judiciales, quienes más que proteger, parecen vulnerar los derechos de los acusados.

“El dolor por la injusticia y la convicción de darle voz a quien no la tiene es mi único alimento para no caerme. Los defensores y las defensoras de DDHH luchamos por la dignidad humana frente a las autoridades, no solo por una resolución con éxito que el cliente nos ha de pagar. Aquí la paga se obtiene cuando la dignidad restablece”

Ana Katiria Suárez

En el Código Penal Federal se establece claramente en el artículo 15 que la legítima defensa es válida cuando se repela una agresión real, actual o inminente, sin embargo, en el caso de Yakiri, esta evidente agresión no ha sido reconocida como tal por las autoridades. Estaba siendo privada de su libertad en un hotel donde sus agresores mostraban familiaridad con el hotelero, y fue violada por dos hombres. En un país donde los feminicidios son una realidad alarmante, con 968 casos denunciados en 2022, uno de cada cuatro asesinatos de mujeres se clasifica como feminicidio, lo que subraya la urgencia de proteger a las mujeres en situaciones de peligro. ¿Cómo no se puede considerar esta situación como una agresión real, actual e inminente?

Los tribunales han aplicado de manera restrictiva el concepto de legítima defensa, calificando las acciones de Yakiri como excesivas. Sin embargo, es crucial considerar la perspectiva de género al evaluar estos casos, reconociendo la violencia sistemática contra las mujeres. Exigir que la defensa sea igual a la agresión es irracional, especialmente dada la situación emocional y psicológica de la víctima en el momento de defenderse.

La posibilidad de escapar no debería ser un requisito para la legítima defensa, como señala Aponte Urbina. Obligar a la víctima a huir ignoraría la amenaza inminente que enfrentaba y sería injusto, especialmente teniendo en cuenta la interseccionalidad de Yakiri como mujer indígena.

El caso de Yakiri Rubio ilustra no solo las deficiencias en el sistema legal mexicano, sino también la urgente necesidad de una reforma que tome en cuenta las realidades y las vulnerabilidades de las personas marginadas al buscar justicia.

“! Qué sería de este país de machos donde campean la violencia, la misoginia y el odio, sin mujeres como Ana Katiria¡ ¡Qué sería de nosotros sin esas voces, como la suya, que no solo reclaman justicia, sino que son capaces de arrancársela a un régimen que sistemáticamente nos niega!”

Epigmenio Ibarra

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